El Páramo, Santander es
una tierra que encanta, si bien su ubicación geográfica es privilegiada como
casi todos los pueblos de la provincia guanentina en esta tierra tranquila se
destaca la calidad de sus gentes, su amabilidad y trasparencia en sus acciones hace
posible que el trabajo, rasgo común en los pueblos santandereanos, aquí se
conviertan en logros individuales y colectivos que asombran a sus visitantes,
ya que los paramunos son emprendedores y por su gran imaginación son capaces de
desarrollar empresas exitosas a partir de materiales y productos que son
propios de su pueblo, miran más allá de cosas obvias, es un pueblo que tiene
poesía en su espíritu. El secreto es que le han dado verdadera importancia a su
propia cultura. Las gentes del Páramo
valoran la cultura más allá de una simple expresión. Ven en la cultura una
forma de desarrollo no solo económico sino espiritual.
Es tan evidente esta
mirada sobre su entorno que hasta la actual administración municipal en cabeza
del señor alcalde José Ángel Rodríguez Plata lo valora y entiende así. Los
paramunos saben que la cultura es un complejo sistema de creación que incluye
el conocimiento, el arte, las creencias, la ley, la moral, las costumbres y
todos los hábitos y habilidades adquiridos por el hombre no sólo en la familia,
sino también al ser parte de una sociedad como miembro que es. Pero no se
quedan en una definición teórica sino que identifican sus valores, creencias,
conocimientos y habilidades como su propia esencia su forma de existir y su
forma de ser santandereanos. Valoran la historia y los conocimientos colectivos
como patrimonio individual. Esto lo hacen visible no solo en aspectos festivos
o tradiciones sino como formas económicas. Son capaces de equilibrar la
economía con su espíritu de esfuerzo, superación pero también de sensibilidad
por la naturaleza, el buen trato con los propios y visitantes.
Señor alcalde municipal de El Páramo, Santander José Ángel Rodríguez Plata .
Así que este
pueblo reconoce que su cultura como los usos, representaciones,
expresiones, conocimientos y técnicas —junto con los instrumentos, objetos, artefactos y
espacios culturales que les son inherentes—son su patrimonio cultural inmaterial, que se
transmite de generación en generación, es recreado constantemente en función de
su entorno, su interacción con la naturaleza y su historia, infundiéndoles un
sentimiento de identidad y continuidad y contribuyendo así a promover el
respeto de la diversidad cultural y la creatividad humana. Los
anteriores aspectos se pueden confirmar visitando el Páramo e interactuando con
todas sus gentes, los campesinos y personas que viven en su casco urbano.
Así que hablaremos del
Páramo a partir de algunas experiencias exitosas de emprendimiento económico
pero todas arraigadas en su cultura que revelan a un pueblo realmente
maravilloso y creativo que descubrió que la cultura no es solo adornos o simple
entretenimiento, sino que sus valores culturales propios, son una fuente de
construcción colectiva de paz, respeto y realización en lo económico y
espiritual. Conoceremos artesanos de gran calidad en sus productos así como
empresarios de productos como el café y la panela, ganadería etc. Es solo una
pequeña muestra que nos deja ver el valor cultural de este pueblo a solo 36 min
(19,5 km) por Vía San Gil – Charalá.
Conoceremos primero
algunos hechos históricos preparados por la profesora Ana Isabel Urrea Zafra Investigadora
de temas históricos y que gentilmente ha cedido para esta publicación.
Hechos
históricos del Páramo, Santander
Para el año1730 ya se
registra el sitio del Páramo como sede de haciendas y estancias, así quedó
ejemplificada en la operación de compra-venta de unas estancias realizada entre
el capitán Miguel Sáenz de Orduña y don Antonio Nicolás de Mujica y Corredor.
Cronología
de los Hechos
Mediados del siglo
XVIII: El crecimiento del campesinado permitió por esta época la edificación de
una capilla, atendida por frailes o tenientes del párroco del Socorro en su
condición de Viceparroquia de Nuestra Señora de Chiquinquirá del Páramo.
1766, Agosto7: Los
propietarios más prestantes del sitio del Páramo se comprometieron ante don
Ignacio Fernández Saavedra, alcalde Ordinario de la Villa de San Gil, a pagar
anualmente la congrua del párroco y sostener las tres cofradías canónicas,
requisitos exigidos para alcanzar el título de parroquia. Por la escritura
hipotecaria de esta obligación constatamos que los otorgantes eran cultivadores
de caña de azúcar y trapicheros a orillas del rio Pienta y de la quebrada de
las Cuevas, o en los sitios de Pedregal y el Espinal.
1766, Agosto 8: El
feligresado se propuso erigirse en Parroquia separada del Socorro y para tal
efecto dieron poder a Hipólito Martínez para la realización de las diligencias
necesarias; proponían para administrar la parte espiritual al cura doctor
Fernando Fernández de Saavedra.
1766 Octubre 17: En
esta fecha se le concedió el título de Parroquia de Nuestra Señora de
Chiquinquirá del Páramo. De inmediato el párroco Fernández de Saavedra organizó
la cofradía de esta advocación y de Nuestra Señora del Campo, así como la
edificación de la iglesia de mampostería de piedra y ladrillo.
1767: La cofradía de
Nuestra Señora de Chiquinquirá recaudó en este año la suma de 586 pesos de
limosnas de sus devotos, representados en lienzo gordo e hilo de la tierra.
1775: Don Andrés
Monsalve, ejerce el cargo de alcalde partidario de la Parroquia del Páramo,
nombrado en Cabildo de la Villa de San Gil, con tanta dedicación que su
gobierno fue ejemplar.
1777, Julio 4: Un
numeroso grupo de feligreses asentados en los sitios de los Verdes del Buen
Retiro y Calapo, dieron poder para iniciar las diligencias de su segregación
del Páramo, la disputa se basó en que ellos deseaban como asiento de la sede
parroquial tener en cuenta el curso del camino real “para el trato”
(comercial).
1777, Julio 13: Los
vecinos del Páramo enviaron comunicación al Virrey, donde sostenían que las
pretensiones de los feligreses de los sitios de Los verdes del Buen Retiro y
Calapo eran auspiciados por el cura del Socorro, Francisco de Vargas, quien
había prometido cederles doscientos vecinos de su curato para consolidar la
nueva erección.
Agregaron que durante
la visita Eclesiástica realizada por don Pedro Salgar, ya los del Verde le
habían solicitado la erección de una nueva parroquia, pero éste se negó en
razón a la distancia que existía entre los dos sitios.
1779: En este año fue
concluida la edificación del hermoso templo. El retablo de Nuestra Señora de
Chiquinquirá que hasta hoy en orgullo de su templo proviene de esta época.
1788: El nuevo párroco
Juan Antonio Riaño, se dio a la tarea de fortalecer la congregación de vecinos
alrededor de la plaza parroquial del
Páramo, para ello vendió siete cuadras de propiedad de la iglesia para adquirir
solares en la traza urbana que puso a disposición del feligresado dispuesto a
poblarse, con ello aseguró una
Parroquia
unida y en crecimiento.
(Después de los
trámites de separación realizados por los vecinos de Los Verdes del Buen Retiro
y Calapo, les quedó como recuerdo una capilla de palos y paja.
1823: Páramo se
constituyó en Distrito Parroquial y pasó a integrar el Cantón del Socorro.
1853: La Asamblea
Provincial del Socorro, suprimió el Distrito Parroquial del Páramo y en si todo
el régimen cantonal.
1870: El censo mostró
que su población era de 3.464 habitantes por lo que se le consideró bajo la
categoría de aldea.
1887: A partir del
régimen político-territorial que decretó en 1887 el gobernador Peña Solano,
Páramo adquirió su categoría actual de Municipio.
Hasta aquí el recuento
histórico de la profesora Ana Isabel Urrea Zafra.
Conoceremos a
continuación otros datos de importancia tomados de la página oficial de la
alcaldía de El Páramo, Santander.
Límites
del municipio
El Municipio de Páramo
limita por el norte con los Municipios de San Gil y Pinchote, por el oriente
con los municipios del Valle de San José y Ocamonte; por el sur con el
municipio de Charalá y por el occidente con los municipios de Socorro y
Confines. Extensión total: 73.2 km² Extensión área urbana: 1.1 km² Extensión
área rural: 72.1 km² Altitud de la cabecera municipal (metros sobre el nivel
del mar): 1.200 msnm Temperatura media: se observa una variación de la temperatura
media de 19 °C a lo largo de la parte alta municipal a 22 °C en la parte baja a
lo largo del río Fonce. Distancia de referencia: 117 kilómetros de Bucaramanga
capital Santandereana y 20 kilómetros de San Gil trayectos viales totalmente
pavimentados.
Ecología
La mayor parte del
territorio del Municipio de Páramo tiene uso agropecuario. Las aves representan
la mayor riqueza de la fauna silvestre; su abundancia está relacionada con las
veces que se observan en un período, esta relación es alta ya que se observa
diariamente; entre las especies más frecuentes tenemos: chulo, tortolita, guañuz,
colibrí, mirla, copetón, pechirrojo y milleros; la perdiz y el carpintero son
observados de dos a tres veces por semana. Los animales más comunes en la zona
rural del municipio son: El tinajo (paca), picur, fara, armadillo, ardilla,
zorro gris, conejo silvestre, serpientes y culebras como la falsa coral, la
cazadora y la rabo de ají.
Economía
Los principales
renglones económicos del municipio lo conforman en los sectores primarios
Agrícolas, pecuarios, forestales, conservación y/o protección y minería. -
Sector Secundario: Industria y Agroindustria - Sector Terciario: Comercio y
servicios.
En el Municipio de
Páramo los cultivos de mayor producción son el Café (841 ha), La Caña de Azúcar
(661 ha), La Yuca (63 ha), El Tomate (54 ha), Los Cítricos (35 ha), El Plátano
(34 ha) y El Maíz (25 ha).
Son propias del Páramo
en la producción pecuaria las razas criollo, cebú y pardo principalmente.
Santuario
de nuestra Señora de la Salud
El Páramo es muy famoso
por el Santuario de nuestra Señora de la Salud. Es un sitio de tradición
religiosa y de peregrinación. Acuden allí gentes de la región y del país. Se
encuentra en estos momentos en perfectas condiciones para recibir a los
peregrinos. Es un espacio tranquilo y bello que transmite recogimiento y
tranquilidad espiritual.
Recoge
aspectos turísticos de El Páramo y esto nos cuenta sobre el origen del
santuario de nuestra Señora de la Salud.
“Una historia
transmitida por tradición oral entre los habitantes del municipio de Paramo y quizás
más antigua que la parroquia, es la aparicion de la Virgen de la Salud a una
nina llamada Maria. “Yo soy la Virgen de la Salud” clamaba fervorosamente la
Virgen y traigo a ustedes la cura de todas las enfermedades del cuerpo y el
alma.
En la quebrada Tolosa
llamada anteriormente asi, y hoy quebrada La Laja, lugar que antiguamente
utilizaban los habitante para lavar la ropa, se construyó el santuario de
nuestra señora de la salud hoy conocido como “La Ermita” o “Fuente de la Virgen
de la Salud”, lugar al que asisten los feligreses para que la Virgen sane sus
enfermedades.
La Virgen de la Salud,
patrona del municipio de Paramo, hoy es causa de veneración y peregrinación por
parte de muchos feligreses en el país.
En este recinto sagrado se pide por la sanación de enfermedades
personales o de seres queridos, ritual iniciado con el encendido de una
veladora frente a la imagen de la Virgen de la Salud y finalizado con la toma
de agua que brota del aljibe de la quebrada La Laja.”
La alcaldía del Páramo
recoge también otros sitios de interés para visitar.
Cascada Juan Curí
La cascada Juan Curí,
como se conoce, invita al turista a ser parte interactiva de 3 caídas que
superan 200 metros de altura y que forma al caer un pozo de 5 metros de
profundidad, conocido como pozo de Ensueño sobre la quebrada la chorrera. Se realiza
torrentismo disfrutando de una hermosa vista que se tiene desde unos 70 metros
de altura, se realiza un descenso en cuerda sobre roca y vacío, bajo
refrescantes.
Pozo Paila
Es un pozo formado
sobre la quebrada la chorrera, ubicado en la vereda Juan Curí, su profundidad
mayor es de 3 metros aproximadamente, el lugar es visitado por habitantes del
municipio para compartir con la familia en donde se preparan diferentes platos
típicos de la región.
Parroquia Nuestra
Señora de Chiquinquirá
Es considerado como una
de las construcciones arquitectónicas más importantes del municipio y también
uno de los sitios más visitados por los turistas. Su edificación data del siglo
XVIII y está elaborado en rústicos bloques de roca; en su interior se pueden
apreciar hermosos confesionarios tallados en madera, decorados en yeso,
imágenes de santos, la pila bautismal, hermosos ventanales y el imponente altar
en madera.
Cueva del Indio
Practicando una
exploración bajo tierra por la conocida cueva del Indio, se puede disfrutar de
los encantos escondidos tras sus paredes de roca y los ríos que brotan de sus
entrañas. Con un recorrido de 2 horas aproximadamente, acompañado de un guía
especializado en la actividad, se reciben charlas técnicas sobre murciélagos,
formaciones rocosas, entre otras, convirtiéndose en un recorrido activo y
dinámico dentro esta caverna.
Artesanos
y artesanas del Páramo un ejemplo a seguir.
El Páramo como hemos
visto es digno de visitar por sus atractivos turísticos, pero el contacto con
artesanas y artesanos y su creaciones es una experiencia inmejorable para
entender nuestros valores culturales.
Restaurante
museo La Rancha, sabor auténticamente santandereano
Santander es famoso por
sus comidas típicas y el Páramo es el lugar santandereano ideal para disfrutar
todos los platos que hacen famoso a Santander. Es el caso del restaurante museo
La Rancha. Su propietaria Teresa Suárez Ávila es una experta cocinando los
platos tradicionales que aman los
santandereanos. Visitar su restaurante es una experiencia única no solo por su
comida sino el espacio del restaurante. Es una casa creada especialmente para
agradar todos los sentidos del visitante. La entrada está cubierta en su
totalidad por una enredadera densa que desde ya anuncia que se trata de un
lugar especial, es como si la naturaleza en su belleza, fuera la encargada de
dar la bienvenida. Una vez dentro del restaurante, encontramos el verdadero
espíritu santandereano.
La música que aquí se escucha a un nivel de sonido
adecuado, es nada menos que la música andina colombiana. Todos los sonidos del
ser colombiano están allí, emitidos por discos antiguos de vinil, en equipos de
audio igualmente antiguos. Todo el lugar es un museo, donde encontramos objetos
de toda clase, desde muebles antiguos hasta radios, planchas que siempre
traerán recuerdos de infancia y juventud a quienes con atención lo aprecien. Es
un inventario de la memoria que nos permiten no solo recordar, sino entender
con ojos del presente, aspectos de nuestras vidas que por algún motivo ya
habíamos olvidado.
El lugar está pensado para que el visitante se reencuentre
con la cultura colombiana desde las coplas, los dichos, las leyendas, los objetos
y por supuesto su comida. Teresa es en sí un valor cultural porque preserva no
solo lo que consideramos cultura colombiana y santandereana sino que ella, por
su trato, alegría y don de gentes, hace
que el visitante se reconcilie y valore nuestras formas de ser y pensar. Teresa
por su auténtica y sincera forma de hablar, nos permite entender como son los
santandereanos en su más profunda tradición. Podemos verificar que el
santandereano es trabajador, entregado con pasión a las cosas que hace, sincero
y transparente en el trato, con un gran sentido del humor, creativo, alegre de imaginación desbordante y que se toma muy
en serio el valor de la amistad. Así que La Rancha no es solo un restaurante,
sino un valor cultural del Páramo.
El
capote de maíz se convierte en ensueño espiritual
Ana Virginia Ruiz
Rivera es una artesana de gran visión. Con arraigo en su tierra y en la
búsqueda de una imagen artesanal autentica y que representara al Páramo, se dio
en la tarea desde hace 20 años a mirar el entorno de su pueblo con ojos
sensibles y descubrió que el capote de maíz era un material excelente para
realizar artesanías. Su capacidad de investigación y de creación, la llevó a
concluir después de muchos ensayos y error concluyó que dicho material poseía
la nobleza para ser convertido en flores, vírgenes y figuras de diferentes
clases.
Resalta en su trabajo
la calidad con la que elabora sus motivos, que va desde el comportamiento del
material, la pigmentación natural que utiliza para darle variados y llamativos
colores hasta la proporcionalidad y delicadeza de sus imágenes. Ana Virginia es
además de su sensibilidad artística una mujer sensible a realidades sociales,
quienes trabajan en su taller, son solo mujeres que tienen en común que son madres
cabeza de familia. Gozan de un horario que les permite atender a sus pequeños
hijos y allí en ese espacio de trabajo se respira alegría, buen humor y una
entrega total a lo que hacen. “Si el producto que hacemos aquí no se hace con
cariño y alegría ese producto no está bien hecho, y eso se nota cuando uno lo
ve” Nos dice con seguridad Ana Virginia mientras atiende a los últimos detalles
sobre una exposición que tendrá próximamente en Bogotá en Expoartesanias.
“Entrar en esta exposición es muy difícil porque exigen calidad y a mí me
aceptaron este año, con una hermosas
lámparas, todas hechas en capote de maíz”.
Para sus creaciones Ana
Virginia tiene en cuenta su contexto cultural, es muy hábil para leer los
gustos de la gente, pero a su vez sabe que lo que hace debe ser auténtico. Le
interesa la calidad, pero a su vez la expresión artística y la relación de sus
productos, con la tradición cultural de su pueblo. Su empresa es muy organizada,
desde la consecución del material y sus cuidados, luego el diseño, elaboración
y posteriormente, el embalaje de sus productos para venderlos a nivel nacional
e inclusive internacional.
Café
del Páramo con sellos de calidad internacionales
Don Aristóbulo Meneses en la granja Villa
Laura produce cafés de calidad internacional. Villa Laura es una granja
temática que los turistas pueden visitar
y conocer el proceso del café de alta calidad y aroma insuperable. La granja
cuenta con alojamiento rural. Aquí el
visitante es ilustrado sobre las practicas cultivo y procesamiento de
diferentes clases de cafés, es una experiencia recomendable, pues sabemos que
el café desde hace mucho tiempo forma parte de nuestra cultura colombiana. Un
pequeño repaso sobre la historia así lo confirma. Aunque no tenemos certeza
sobre las condiciones en que llegó el café a Colombia sabemos que los jesuitas trajeron
semillas del grano a la Nueva Granada hacia 1730, y lo sabemos por testimonio
escrito que el arzobispo-virrey
Caballero y Góngora (1787) quien en un informe a las autoridades españolas
registró su cultivo en regiones cercanas a Girón (Santander) y a Muzo (Boyacá).
Sabemos también que los
primeros cultivos de café crecieron en la zona oriental del país. En 1835 tuvo
lugar la primera producción comercial, los primeros 2.560 sacos se exportaron
desde la aduana de Cúcuta. Es conocida la historia del sacerdote Francisco
Romero, que imponía durante la confesión a los feligreses de la población de
Salazar de las Palmas la penitencia de sembrar café. Esto sin duda fue un gran
impulso en la propagación del cultivo especialmente en Santander y Norte de
Santander, luego se extendería en 1850
hacia el centro del país a través de Cundinamarca, Antioquia y la zona del
antiguo Caldas.
Por ello encontrar una
granja especializada en cultivar y procesar cafés de alta calidad constituye
una experiencia cultural necesaria. Allí en Villa Laura no solo se puede
conocer la rigurosa forma de cultivo y procesamiento sino que también se tiene
la oportunidad de la degustación. Don Aristóbulo nos explica que el café allí
producido tiene una certificación con tres sellos internacionales de calidad
del café y que este proceso por su riguroso
proceso artesanal que implica etapas de solo recoger grano maduro como
selección, la fermentación, luego el secado en diferentes formas, hasta los
procesos de preparación de un verdadero buen café, envuelve un gran esfuerzo
que vale la pena, ya que esto es un aporte del Páramo al desarrollo de la región.
Arte en piel de naranja
Todo el que llega al
Páramo y le gusta esta tierra, no solo se queda vivir, sino que el entorno cultural que encuentra, le inspira y
siente la necesidad de aportarle al desarrollo cultural y económico del pueblo.
Un ejemplo de ello es el hermoso trabajo de la diseñadora Martha Leyda Rivera.
Su trabajo realizado con cáscaras o piel de naranjas se encuentra entre los límites
de la artesanía de calidad y el arte. Esta visión es conocida en el mundo como
objetos de artista con utilidad práctica. Este enfoque, tiene su punto de
partida en el movimiento alemán de la Bauhaus, que en los comienzos del siglo
XX integró el arte al diseño industrial y cuya filosofía se basaba en integrar
todas las artes con la tecnología. Las obras de Martha Leyda son algo más que
decoración o utilidad práctica, son en esencia poesía. Trasciende la
materialidad útil para evocar desde los materiales y el diseño de piezas, que
por su línea y composición, son objetos reconocibles, a un nivel de sensaciones
de textura y color que tienen que ver con el espíritu de la nacionalidad
colombiana, del Páramo y Santander. Es una integralidad visual.
Sus obras son
un camino que implica espiritualidad para la artista y un disfrute estético
para el observador. Aquí, en las obras de Martha, se encuentra la serena amabilidad
del campesino, la nobleza de las gentes del Páramo y el acercamiento del arte a
la vida cotidiana. es una exaltación de lo mejor de nuestras gentes. Disfrutar
de estas obras es reencontrarnos, con lo más sencillo y a la vez con lo más
grande de nuestro ser. Sus obras tienen la magia de reconciliarnos con el mudo.
Martha Leyda ha ganado tres premios de
innovación y sus creaciones se proyectan con fuerza en los mercados nacionales
e internacionales.
Un
noble campesino que convierte la mora en vino
Paulino Santos es un
campesino noble y trabajador de la vereda Palmarito del Páramo. Su trabajo es
especializado, cultiva mora con gran conocimiento y surte a su pueblo de este
fruto. Pero Paulino no solo es un gran trabajador, es también un emprendedor. Parte
de la mora que recoge la convierte en vino, se esmera en la producción de este
licor de fruta, hasta obtener un resultado de gran calidad. Sus procesos de
producción desde la recolección del fruto el macerado y la fermentación son de
gran dedicación y cuidado hasta obtener el producto final.
No contento con la
exigencia que le pone a su proceso de producción se esmera también en la
presentación del producto. Las Botellas donde envasa su vino poseen etiquetas
bien diseñadas y de buen gusto, que reflejan el esmero que él y su familia
ponen en este producto. Don Paulino conoce muy bien la mora, no solo su cultivo,
sino sus propiedades, de las cuales resalta que su interés nutricional proviene
de un alto contenido de fibra, que son ricas en vitaminas C y que esta vitamina
tiene una acción antioxidante y participa en la producción de colágeno. La
vitamina C de la mora es mayor que en otros cítricos.
Nos comenta también que
su secreto es ponerle mucho amor a lo que hace, esto le ha permitido junto con
su familia surtir mercados no solo del Páramo sino de San Gil, Socorro, Mogotes
y otros pueblos de la provincia guanentina. Así que don Paulino es solo un
ejemplo de trabajo, emprendimiento, gran nobleza, amable trato, que poseen todos los campesinos y campesinas
del Páramo. Guardan y protegen su identidad cultural y a la vez se proyectan inteligentemente
al futuro.
Matilde
Naranjo Archila mantiene viva la tradición de los sombreros
Las manos de esta
experta tejedora de sombreros, se desplazan seguras entre las fibras de la Iraca
o Macuma. Mientras explica las características de su noble arte, trenza las fibras como como tejiendo
pensamientos o caminos que pueden llevar hacia un conocimiento de si mismo.
Cuenta sobre la importancia cultural de estos tejidos especialmente sobre el
valor tradicional ya que el sombrero ha acompañado desde tiempos antiguos a los
seres humanos que no solo lo protegen del sol sino que dan a las personas un
estilo propio, como parte del vestuario de indígenas, campesinos y gente de
ciudad es útil, es adorno y reafirma la identidad cultural.
El proceso es cuidadoso
solo unas manos entrenadas pueden hacerlo pero doña Matilde comenta que todos
pueden aprenderlo y que ella, con gusto les enseña, ya que está interesada en
que este arte no se pierda. Tejer estos sombreros es como conectarse con el
tiempo, un tiempo pasado y un tiempo futuro. El tejido es para esta experta
artesana como un símbolo de la vida, una vez se empieza hay que estar atentos
pues cada nudo debe estar acompasado de una fibra patrón si este se pierde, es
necesario empezar de nuevo. El movimiento de las manos es acompasado, es como
cuando uno está hablando, es necesario estar atentos a lo que se dice.
La señora Matilde
Naranjo también fabrica un producto que en la región se conoce como la mochila
Guane que puede ser hecha con fique o con algodón y conserva los patrones de
tejido Guane, antiguos habitantes de estas tierras.
Grupo juvenil Tormenta Carranguera un excelente trabajo musical que reafirma la cultura del Páramo Santander.
Bibliografía
“La Provincia de
Guanentá, Origenes de sus Poblamientos Urbanos”
Amado Antonio Guerrero
Rincón
Armando Martínez Gárnica
Publicaciones UIS,
Bucaramanga 1996
Consulta y Organización
Cronológica de los datos
Ana Isabel Urrea Zafra
Investigadora de temas
históricos
Curití, 10 de Octubre
de 2018
El nombre correcto del municipio es Páramo, no El Páramo. Proviene del apellido de su fundador, Juan Nepomuceno Páramo.
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