LOS TELÉFONOS, CEMENTOS E HILANDERÍAS.
San Gil se ha destacado en su historia por gentes con gran capacidad para el trabajo y especialmente su visión empresarial, recorrer su historia en este campo donde se destacan con gran fuerza, es una lección digna de conocer, admirar y seguir.
Por: Raúl Gómez Quintero
La intrepidez y verraquera de nuestros ancestros, no pudo contenerse en la búsqueda del desarrollo de la villa. Los ciudadanos Jorge Ortega, Alfonso Díaz Muñoz, Luis Ribero Silva, Luis José Ordoñez, Pedro Plata y otros más, se atrevieron a montar una propia empresa de teléfonos, la ‘Compañía Telefónica de San Gil’, el 10 de noviembre de 1953; para infortunio del pueblo, ésta se oficializó luego como TELECOM en 1976, y los gobernantes nacionales la entregaron a los españoles por unas cuantas monedas de oro, de pronto, algunas de las mismas que hace quinientos años se robaron a sangre y fuego de estas latitudes. ¡Qué desvergüenza y qué desgracia la nuestra! “Siquiera se murieron” los patriarcas sangileños, “sin sospechar el vergonzoso eclipse” de sus empresas.
Pero la lista de méritos de nuestros patricios no para aquí. En 1949, mientras el país se desangraba en una estúpida guerra partidista propiciada por los mismos gobernantes y dirigentes políticos, en la Villa de Santa Cruz y San Gil de la Nueva Baeza, se crearon dos grandes empresas: Una, la ‘Compañía de Cementos Hércules S.A.’, de la mano de Guillermo Ronderos Durán, Germán Rueda Amorocho, Raimundo Rueda Rueda, Jorge Rueda Gómez, Rodolfo Rueda Pinillla, Raimundo Rueda Olarte y Luis Silva Valderrama; esta empresa cementera jugó papel importante en la producción de Cementos Especiales, utilizados en la industria petrolera naciente del país. Fue asfixiada financieramente por los monopolios de las cementeras transnacionales; una de ellas compró su nombre para sacarla del mercado, dejando a los sangileños las chimeneas y las ilusiones apagadas. Durante muchos años los vecinos de ‘la Cementos’ debieron soportar los humos, los gases y los polvillos emanados de sus gigantescos hornos y chimeneas; ni siquiera eso tuvieron en cuenta nuestros indolentes administradores municipales que no fueron capaces de negociar algo de indemnización –a título de responsabilidad social-, al respecto. ¡Pero no! Ya no somos esa “raza de hombres que ignoraban la blanda sumisión de los rediles”. “Siquiera se murieron” los Patriarcas sangileños, “sin sospechar el vergonzoso eclipse” de sus empresas.
“La sociedad hidroeléctrica de San Gil” fue creada en 1896; en 1940 se construyó “La Cascada”.
El banco de San Gil operó desde 1907 hasta 1947 cuando se fusionó con el Banco Comercial Antioqueño.
El Primer automóvil lo trajo el empresario Olegario Cárdenas Lara en 1930.
La Compañía Telefónica de San Gil se creó en 1953y la oficializó Telecom en 1976.
La segunda empresa creada en 1949 se dedicaba a la producción de empaques de fique, y fue llamada el ‘Consorcio Industrial de Santander’. El 26 de agosto de 1958 se convirtió en HILANDERÍAS DEL FONCE S.A., y en 1986 la empresa se bifurcó en dos compañías: la referida Hilanderías que se dedicaba al fique y ‘Tejidos Sintéticos de Colombia S.A.’ que se ocupaba de los plásticos, en Bucaramanga. La de Hilanderías empezó a tener problemas por la competencia de los polímeros para la fabricación de costales y por la dificultad de conseguir la fibra natural; sus dueños la pusieron en venta y ocurrió un verdadero prodigio: Luis Guillermo Castillo Palacios, -quien goza de buena salud y gran prestigio entre nosotros-, tuvo la ocurrencia de liderar con 121 ex trabajadores de la empresa, la creación de la ‘Cooperativa Multiactiva de Cohilados del Fonce’, el 9 de enero de 1998. Este grupo de antiguos obreros se atrevieron, inicialmente, a tomar en arrendamiento durante tres años las instalaciones y la maquinaria con opción de compra; cumplido el plazo, osadamente 112 de ellos compraron las instalaciones y la maquinaria por $1.750 millones. Sin duda alguna, ni en Santander ni el país existe ejemplo semejante: unos sencillos obreros compran la empresa en la que han trabajado asalariados por más de veinte o hasta treinta años; se enfrentan a capitales poderosos con las solas ganas de defender el trabajo propio y el de sus hijos; de la noche a la mañana se tornan todos ellos empresarios y trabajadores, al mismo tiempo, adoptando una filosofía cooperativa, conocida entre nosotros tan solo en teoría, al mejor estilo de un ‘kibutz’ o de un ‘moshav’ israelitas; y como si fuere poco, se pueden presentar ante propios y extraños, sin pergaminos ni ínfulas, como la empresa privada más grande de la región. ¡Loor y admiración a estos verdaderos héroes del pueblo, que recogieron y superaron con creces la altivez, el denuedo, el arrojo, el emprendimiento y el honor de nuestros patriarcas, y nos han enseñado las inmensas posibilidades de desarrollo que tiene el pueblo raso, en el presente y para el futuro, si toma conciencia y recupera su propia identidad!
Parque principal de San Gil.
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