martes, 26 de septiembre de 2023

San Gil. Festival “Un Grito por el Agua” expresión cultural de protección del patrimonio natural.


 

Una de las expresiones culturales que ha tomado gran fuerza en los últimos tiempos en San Gil, es el festival “Un Grito por el Agua”. Esta expresión realizada por jóvenes del Colectivo Popular Guane, tiene que ver con la protección y cuidado de un patrimonio natural como lo es el río Fonce. 


 

El festival es una expresión artística especialmente musical, pero las actividades generadas, buscan crear conciencia colectiva sobre el cuidado del río. El festival va por su tercera versión. Este año 2023 desarrollaron el tema “De cara al Río”, que llevó a la realización de un foro donde participaron todos los candidatos a la alcaldía de San Gil, dada la coincidencia con tiempos de elecciones. La comunidad y el festival  desean involucrar todas las instituciones sangileñas en la realización de actividades que lleven a la protección del rio. El río nace propiamente con el nombre de Fonce al recibir las aguas de los ríos Pienta y Riachuelo en el municipio de Charalá. El Fonce desemboca en el río Suárez, que al unirse aguas abajo con el río Chicamocha forman el río Sogamoso.

El festival “Un Grito por el agua” cada año cobra mayor significado cultural porque tiene la capacidad de crear ambientes de diálogo y reflexión entre la comunidad sangileña que les permite avanzar cada día hacia creación de decisiones institucionales  importantes que buscarían la protección del agua del Fonce.

Esta expresión cultural liderada especialmente por jóvenes busca acercarse a una Paz Ambiental entendida como un enfoque del concepto de Paz que trasciende las relaciones netamente humanas hacia las relaciones entre los seres vivos.

Como afirma Luis Alberto Camargo Director de OpEPA, “Vivimos en un país mega-diverso, el cual contiene más especies de fauna y flora por metro cuadrado que cualquier otro país en el mundo siendo solo segundo después de Brasil el país con mayor riqueza en biodiversidad del planeta. La riqueza natural ha sido generadora de riqueza económica a través de la explotación de los recursos pero su explotación inadecuada está poniendo en peligro la vida de los seres vivos que en ella habitan incluyendo a los humanos. Muchas especies han desaparecido, la capacidad de los ecosistemas para regular el clima, las plagas y proveer servicios ambientales como agua pura y alimento se han afectado negativamente”.

La protección del patrimonio natural es una tarea que el Festival un Grito por el Agua busca generar  en el espíritu de todas las personas que habitan no solo San Gil sino todo el país.

Esta es la página oficial del festival en Facebook. 





 

 


Charalá. José Antonio Galán, el grito de libertad que nunca muere.


 

Junto al imponente samán que emerge desde el centro del bello parque de Charalá  el grito de libertad del comunero José Antonio Galán se puede escuchar desde el fondo de la historia, inmortalizado en metal fundido, gracias a las manos y talento del escultor santandereano Carlos Gómez Castro  que en la década de los años 40 creó la escultura icónica del líder José Antonio Galán quien nació en Charalá en 1749, y en 1781 se sumó a la Revolución Comunera uno de los hitos históricos de estas tierras santandereanas.

José Antonio era de origen humilde, un mestizo, hijo de don Martín Galán, español pobre que anduvo por estas  tierras, de ascendencia gallega, contrajo matrimonio con una campesina llamada Paula Francisca Zorro, una mestiza con ascendencia Guane. “Galán sólo aprendió a firmar. Casi toda su vida la dedicó a trabajar como jornalero, pero no llegó a poseer tierra propia. Es poco lo que se conoce de la vida de Galán antes de 1754; tan sólo que se casó y que fue condenado por las autoridades a pagar el servicio militar en el Regimiento Fijo de Cartagena. Por el trabajo en las tabacaleras valoraba el trabajo en equipo y los resultados colectivos y no individualistas, llegó a distribuir tareas con base en cualidades de las personas, las cuales conocía con el diálogo y la confianza en el otro”. Cita textual tomada de la página: Casa de la cultura del Socorro.  


El comandante general de las fuerzas comuneras era Juan Francisco Berbeo, en su desplazamiento hacia Zipaquirá, se firmaron allí las denominadas capitulaciones que pretendían dar fin a la revolución comunera.  

Berbeo dio orden a Galán de que las obedeciera, pero Galán quien se encontraba en Honda no acogió las Capitulaciones de Zipaquirá, que fueron luego desconocidas por el gobierno español.

Una vez de regreso en tierras santandereanas y con las capitulaciones incumplidas por el gobierno, Galán quiso reunir seguidores para la causa de la revolución y emprender un nuevo viaje hacia Santafé.

El arzobispo Caballero y Góngora  inició un plan pacificador que Galán tuvo que enfrentar, como señala John Phelan en su libro sobre la revolución comunera, “El 25 de junio el arzobispo Caballero y Góngora salió de Bogotá en visita pastoral al Socorro, para emprender lo que se complacía en llamar ‘tarea de reconciliación’. (…) Cuatro misioneros capuchinos acompañaban al arzobispo en su visita al Socorro y a los pueblos y aldeas aledaños. Caballero y Góngora no salió de la región del Socorro hasta el 28 de diciembre. El arzobispo y sus colegas adelantaron una verdadera misión para salvar a la región de su ‘infidelidad’. Instrumento importante dentro de esta campaña masiva (…) era una serie de sermones dirigidos tanto a los plebeyos como a los nobles. (…) A las pocas semanas la campaña del arzobispo había logrado sólidos progresos entre patricios y plebeyos. Si Galán, en septiembre, podría contar todavía con algunos adherentes de influencia en ambas capas sociales, la antigua militancia del Socorro estaba ya grandemente erosionada.” Cita.

En el texto de la enciclopedia del Banco de la República se cuenta lo siguiente sobre José Antonio Galán y lo que pasó luego de su desacuerdo por la firma de las capitulaciones.  “El 13 de octubre los hombres de Salvador Plata capturaron a Galán y once sus seguidores, en Onzaga. El 16 de octubre, Galán y los suyos fueron encadenados y conducidos a Santafé; por eso mismo, aunque el 20 de octubre la Audiencia ordenó que el juicio y ejecución fueran en El Socorro, los acontecimientos tuvieron lugar en la capital granadina. El juicio comenzó a principios de noviembre de 1781 y al parecer se observaron todas las normas de la defensa, pero el veredicto seguramente estaba determinado desde que se ordenó su captura el 27 de agosto de 1781. El 30 de enero de 1782 la Audiencia de Santafé condenó a José Antonio Galán al “castigo habitual de horca y descuartizamiento para los traidores”. A tres de los tenientes más leales de Galán se les decretó un castigo análogo: Lorenzo Alcantuz, Manuel Ortiz e Isidro Molina. Otros diecisiete galanistas recibieron castigo de 200 azotes en público, confiscación de bienes y envío a los presidios de África. No obstante, de estos personajes se habla mucho menos que de José Antonio Galán.


 

El 1 de febrero de 1782 se cumplió la sentencia, pero Galán no murió en la horca como ordenaba la sentencia, sino con disparo de arcabuz. El resto de la sentencia se cumplió de acuerdo a lo mandado: El tórax de Galán fue quemado delante del patíbulo, su cabeza enviada a Guaduas, la mano derecha al Socorro, la izquierda a San Gil, el pie derecho a Charalá y el pie izquierdo a Mogotes. Las cabezas de sus tenientes también fueron exhibidas. La sentencia fue leída en villas y ciudades, durante tres días, por mandato de la Audiencia”.

Este líder representa la capacidad de lucha de los santandereanos de espíritu indomable y por estas y otras razones, forma parte del imaginario colectivo santandereano, su ejemplo y decisión frente a las causas que se consideran justas han constituido una construcción cultural capaz de permear los espíritus que habitan estas tierras más allá del tiempo. Entender a José Antonio Galán es acercarse a entender a los santandereanos y visitar Charalá donde el espíritu de este indomable permanece, es una oportunidad única para valorar como la historia no es pasado, sino la oportunidad de construir un futuro más fraterno. 


 

viernes, 22 de septiembre de 2023

Charalá. Un pueblo labrado en el alma santandereana.


 

Iniciamos nuestra visita a Charalá, un pueblo inscrito en el alma santandereana, cuna de José Antonio Galán el comunero que levantó su voz contra el yugo español, tierra del tribuno del pueblo José Acevedo y Gómez, los valientes de la batalla del Pienta y de las finas notas del tiple del maestro Pedro Nel Martinez que impregnan las delicadas fibras de algodón tejidas por mujeres campesinas  que junto a viejos samanes, nos hacen sentir el indomable espíritu del santandereano rebelde, noble y trabajador.

Charalá se encuentra a 135 kilómetros de Bucaramanga, la capital del departamento de Santander. Con una temperatura de 21 grados, cubierta de riqueza natural, árboles que en las montañas que anteceden la entrada al pueblo  se juntan con tanta decisión, que parecen tener la voluntad de proteger siempre este hermoso lugar rodeado por los ríos Táquiza, Pienta, Cañaverales,  Riachuelito  y  Virolín. 

Charalá es gente amable, el trabajo es su certeza, la alegría su expresión y en cada rostro que se encuentra en el pueblo, la sonrisa antecede a cualquier conversación. Así son los charaleños.  Prodigan una esencia noble.  


 

Como es importante conocer los datos históricos y geográficos oficiales damos a conocer de forma textual la información que sobre Charalá aparece en Wikipedia y página oficial del municipio. “Charalá Es llamada Cuna de  la  Libertad  de  América  por  sus  aportes  en  la  Revolución  de  los  Comuneros;  además  es  cuna  de próceres  como  José  Antonio  Galán  y  José  Acevedo  y  Gómez.  Recibió  su  nombre  en  honor  al cacique "Chalala", de la tribu de los Guanes. En el siglo IX, en el año 1818 se fundó la PARROQUIA DE NUESTRA  SEÑORA  DE  MONGUI,  se  llevó  a  cabo  la  Batalla  del  Pienta  el  4  de  agosto  en  1819.  En 1824  se  fundó  la  Villa  de  Charalá  que  se  constituye  nuevamente  en  Parroquia.  En  1887  fue denominada como Municipio.

 


El 12 de julio de 2013 el Senado de la República nombró a Charalá Patrimonio histórico y cultural de la Nación, por sus aportes históricos a la independencia de Colombia.

A la llegada de los españoles a este territorio ya funcionaba la organización social de los indios Guanes y  Chalaláes,  de  manera  que  la  historia  no  escrita  de  Charalá  inicia  allí.  Ya  entrado  el  siglo  XVIII,  en 1702 se erigió la parroquia de Nuestra Señora de Monguí; en 1824 se creó la Villa de Charalá que se constituye nuevamente en parroquia y sólo hasta 1887 adquiere la categoría de municipio. Durante el siglo XIX  Charalá ocupó una posición de capital regional y ya en 1824 encabezaba un Cantón.

En  el  transcurso  de  su  historia  se  convirtió  en  madre  de  próceres  y  líderes  revolucionaros  que direccionaron  sus  fuerzas  en  la  lucha  por  la  libertad  y  por  la  justa  causa  del  pueblo.  Entre  estos personajes se encuentran: José Antonio Galán, el líder comunero más importante y representativo de este  movimiento,  quien  tras  ser  traicionado  por  sus  compañeros,  fue  ejecutado  y  descuartizado  en Santa Fe el 1 de febrero de 1782; José Acevedo y Gómez, uno de los miembros principales de la Junta de Gobierno creada la noche del 20 de julio de 1810 en Santa Fe, quien fue llamado El Tribuno del Pueblo por haber instigado a la muchedumbre insurrecta ese día en la plaza a no detener su revuelta, para que así se lograra la primera independencia de la Nueva Granada; y Antonia Santos, una de las más importantes líderes revolucionarias de la región, quien fundó y patrocinó milicias que ayudaron en la Campaña Libertadora liderada por el general Simón Bolívar, y quien además fue ejecutada en la villa del Socorro el 28 de julio de 1819.


 

Charalá  ayudó  en  gran  manera  la  Campaña  Libertadora  con  milicias  y  guerrillas  que  se  unieron  al ejército  del  Libertador.  Pero  sin  duda  el  hecho  más  importante  y  con  el  que  este  municipio  más influyó,  fue  la  Batalla  del  río  Pienta.  El  4  de  agosto  de  1819  se  llevó  a  cabo  en  este  municipio  esta batalla, que enfrentó a las tropas españolas al mando del coronel Lucas González (las cuales iban a reforzar el ejército de José María Barreiro en Boyacá), y a las milicias de Charalá, Encino, Ocamonte,

 

Riachuelo, Cincelada, y otros pueblos cercanos. Esta batalla duró más o menos tres días, durante los cuales la tropa española se hizo camino por el pueblo, saqueando y masacrando a la población, que se defendía con palos, piedras, elementos de cocina, y cualquier instrumento que les sirviera como defensa. La importancia histórica de esta batalla radica en que si esta no se hubiera llevado a cabo, Lucas González y su tropa habrían llegado a tiempo a reforzar a Barreiro y seguramente la Batalla de Boyacá se habría decidido a favor de los españoles; así la Independencia definitiva de Colombia hubiera llegado mucho después.


 

El 7 de agosto de 1819 es fiesta patria en Colombia ya que se celebra el día de la independencia donde las tropas del General Simón Bolívar derrotaron al ejército español. Pero esta victoria no habría sido posible  sin  la  participación  de  un  pueblo  pujante  y  entregado  a  la  causa  libertadora  como  lo  fue  el pueblo charaleño.

Charalá  cuenta  con  varios  lugares  de  interés:  el  parque  natural  de  Virolín,  la  cueva  del  Tigre,  la cascada en forma de cáliz de la Quebrada Tinagá, la iglesia de Nuestra Señora de Monguí, la Casa de la Cultura y el Museo Arqueológico. El parque principal donde se encuentra el monumento de José Antonio  Galán  y  el  gran  Samán  de  Arabia,  árbol  sembrado  para  conmemorar  el  centenario  de  la Independencia de Colombia, el 20 de julio de 1910.

El 12 de julio de 2013, a través de la ley 1644 de 2013, el congreso de la República de Colombia declaró al municipio de Charalá como Patrimonio histórico y cultural de la nación, exaltando su aporte a la gesta libertadora de Colombia”.

En próximas entregas publicaremos aspectos culturales sobre este hermoso pueblo de la provincia guanentina en Santander.