jueves, 5 de octubre de 2023

Manolo Díaz el pintor entrañable del alma santandereana.


 

Las delicadas montañas de Charalá, el rio Pienta, el Samán, aves de distintos colores, frutas de la tierra, el campesino en su jornada, las campesinas tejedoras de hilos de algodón y las Bromelias del camino,  parecen tener otra existencia en las obras de Manolo Díaz.

Este artista charaleño que a través de los años ha logrado una maestría en el arte de la pintura  que lo ha llevado a formas más allá de las características pictóricas del primitivismo como estilo, porque se observa en sus obras elementos académicos que para algunos conocedores lo califican como naíf o incluso surrealista, aunque lejos del automatismo psíquico y más por su tendencia onírica  en algunas de sus obras. 



 

Si bien el termino naíf podría ser adecuado por la conexión con los cánones académicos porque en algunos casos aplica perspectivas e incluye composición tradicional académica.

En cualquier caso su obra representa de forma espontánea aspectos tradicionales de la vida cotidiana. De ahí que sus temas incluyen la naturaleza, la vida y el trabajo campesino. Sus obras cuentan siempre una historia que va desde lo sencillo, hasta lo profundo. Su obra es capaz de intrigar al observador por auténtica y expresiva, lo envuelve y emociona de manera sincera, otorga una imaginación compartida con el observador, llevándolo a estados de calma y asombro convenciéndolo de lo espiritual en el arte. No deja atrás el buen humor, muchas de sus obras desbordan notas de humor en pequeños detalles ya sea en puertas, ventanas o en acciones de los personajes.

Sus obras impactan por la dedicación al detalle, que parece recordar por momentos a los miniaturistas europeos del siglo XV es como si estableciera vínculos entre el pasado y el presente. Sus pinceladas son vivas en algunos casos con color saturado, pero de cuidado y bien pensado tono, vigilando su luminosidad. Manolo ha desarrollado su propia técnica y su estilo ha creado escuela en nuevas generaciones, su influencia se nota en nuevos pintores que han salido de estas tierras. Su estilo no lo ha encarcelado, no es de esos pintores que el estilo los obliga a repetirse, para Manolo el estilo es simplemente una huella distintiva, su destreza imaginativa, su sensibilidad y su honestidad, lo lleva a crear cosas nuevas que siempre asombran al observador.    

Al contemplar la obra de Manolo Díaz por momentos no nos interesa si es Primitivismo, si es Naíf, Costumbrismo o cualquier otro estilo, lo que importa es que formamos parte de ese mundo propuesto por el artista. Porque su obra no solo describe a los personajes en su vida cotidiana, los involucra con sentimientos vívidos dentro de un escenario natural, que parece ampliar la existencia humana, ya que personas animales y naturaleza son una misma cosa, desparece en la obras de Manolo la realidad que en apariencia alude  y la transforma en otra realidad más justa, más equitativa, mas respetuosa.

La obra de Manolo Díaz es capaz de conectar con el verdadero espíritu santandereano tal vez por esta razón en Charalá todo el mundo lo aprecia y sus obras se encuentran en colecciones importantes del país y del exterior.   

Alguna vez le contó a un periodista con algo de humor que “la primera lección de óleo me la dieron en un almacén” refiriéndose al día que por primera vez compró unos oleos y el dependiente del almacén le dijo como usarlos. ”

Hoy Manolo vive en su finca de Charalá allí tiene su estudio y sus obras continúan viajando a Japón y  países Europeos desde ese 1982 cuando hizo su primera exposición en Bucaramanga.  

La obra de Manolo es reconocida porque su aporte a la cultura integra la identidad colectiva de los Charaleños y Santander, pero especialmente porque es una figura destacada de la plástica colombiana.  







 

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